La voz interna

Columna de opinión

General 04/10/2020 Bernardo Stamateas

Cuentan que en una ocasión un hombre daba en sus conferencias diez reglas infalibles para criar bien a los hijos... hasta que le nació el primer hijo. Entonces sus conferencias comenzaron a llamarse: “Cinco sugerencias para criar bien a los hijos”… hasta que le nació el segundo hijo. Sus conferencias ahora se llamaban: “Dos posibles consejos que tal vez puedan ayudarte a criar bien a tus hijos”… hasta que le nació el tercer hijo. El hombre dejó de dar conferencias. 

Todos los seres humanos tenemos dos voces: la voz interna, que es lo que nos decimos a nosotros mismos; y la voz externa, que es lo que nos dicen los demás. Si alguien me dice: “Sos un tonto” y esa voz externa coincide con mi voz interna, me va a doler; pero, si mi voz interna me dice: “Yo soy bueno en esto y estoy mejorando en esto otro”, aunque alguien me diga algo negativo no me va a afectar porque ambas voces no coinciden. 

Nosotros no podemos manejar y cambiar la voz externa, pero sí podemos cambiar nuestra voz interna. ¿Sos consciente de lo que te hablás a vos mismo, a vos misma, a diario? La autoestima nunca es de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera. Es decir, que mi estima nunca es algo que me dan los demás, sino algo que yo construyo en mi interior mediante mi diálogo interno.

Muchos piden: “Felicitame… mirame… valorame… decime algo lindo”. O se quejan: “Mi jefe me retó… mi pareja no me mira… mis hijos no me hablan”. Es por ello que la estima de mucha gente, sobre todo en épocas de crisis como la que estamos viviendo, es como un sube y baja. Porque, aun sin que sean conscientes, su valoración personal depende del afuera, de lo que los otros hacen y expresan. Pero debemos tener presente que hoy la gente nos aplaude, y mañana nos dice: “¡Crucifícale!”, como le dijeron a Jesús.

Si vos y yo trabajamos para construir nuestra estima desde adentro, ya nada de lo que suceda a nuestro alrededor nos afectará. ¿Y cómo construyo mi estima?, tal vez preguntes. Reconociendo mis fortalezas y mis debilidades, trabajando para transformar mis debilidades y seguir creciendo cada día. Decir “no sé” o “me equivoqué” o “ayudame” no es una señal de debilidad, como muchos creen. Sino, por el contrario, es un signo de madurez de alguien que se conoce cabalmente y ve el panorama completo con respecto a su forma de ser.

Si alguien nos señala que nos equivocamos, no necesariamente es una crítica. La mejor actitud, propia de una autoestima sana, es decir: “Es verdad, es algo que tengo que modificar”. Es una oportunidad de cambio en nuestra vida cuando eso sucede, y no tiene por qué afectarnos negativamente si nos conocemos y sabemos cómo somos y cuánto valemos. 

Frente a la crítica, procuremos “trascender las formas”. Es decir, ver si tal vez ese dato nos resulta útil, sin ponerle emoción a la corrección o al comentario. Lo que otros dicen son simples datos estadísticos que pueden servirnos, o no. Usémoslo para crecer y fortalecer la autoimagen, no para dividirnos y enfrentarnos entre nosotros. Encontremos una enseñanza en todo lo que ocurre.

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