A un año de la desaparición de Franco Núñez, su hermano asegura que el Estado abandonó la búsqueda
Cayó al canal sur cuando el puente peatonal que cruzaba colapsó. Las autoridades de Seguridad y las de Tribunales se niegan a dialogar con la familia y con la prensa. Una búsqueda en soledad
Cuando desapareció, Franco Núñez estaba aprendiendo carpintería. Las clases en la EDAPI, la escuela especial a la que asistía -y de la que era abanderado- habían terminado. Él, con 22 años, ya quería empezar a trabajar.
Le costaba distinguir el valor de los billetes pero sabía que los 'morados' eran los más codiciados. No le gustaban los rojos, de $ 20. Necesitaba el dinero porque cada vez era más independiente: le gustaba salir con los amigos a andar en carro, juntarse con ellos en el kiosco, andar en colectivo y bailar. A Franco le encantaba bailar, especialmente bachata.
La noche del 7 de diciembre de 2014 estaba contento porque, pese a la tormenta, iba a ir con sus amigos a la peregrinación de la Virgen. El canal sur, a la altura de Américo Vespucio había crecido, pero ni Franco ni sus vecinos sospechaban lo que estaba a punto de pasar: después de todo, el puente era nuevo, lo habían inaugurado tres años antes José Alperovich, entonces gobernador y Domingo Amaya, intendente en aquellos días.
Varios vecinos vieron el puente desmoronarse bajo los pies de Franco y llevarse con él al joven. Tenía una campera que brillaba en la oscuridad, y una vecina intentó correr al margen del canal para alcanzarlo, pero lo perdió de vista en la masa de agua, barro, ramas y desperdicios que, enfurecida, se lo llevó. En ese momento, comenzó la desesperación por rescatarlo, pero las respuestas oficiales fueron lentas. Tan lentas que ya llevan un año sin aparecer.
Policía, Gobierno y Justicia
Esa noche la policía tardó al menos tres horas en llegar, señalan los vecinos. Dos días más tarde, apenas habían visto una lancha patrullar el canal y algunos oficiales rondar la zona. Por eso, dos días después, salieron a cortar las calles: querían que todo el mundo sepa que el canal se había llevado a Franco y las autoridades no lo estaban buscando.
Los medios registraron, dos días después, trabajos de búsqueda en el canal que los Bomberos y Policía Lacustre realizaban con dos máquinas y un gomón. Llegaron perros de búsqueda cadavérica pero se fueron a los dos días. Con el paso de las semanas, la búsqueda se redujo a dos días por semana y, finalmente, cesó, dicen los vecinos del barrio Rosa Mística.
La Justicia tardó en reaccionar. Abrió casi a final del año 2014 una causa por "presunta desaparición de persona" que, a los pocos días, quedó paralizada por la feria judicial. Hacia mediados de año, apenas registraba movimientos. Octavio Núñez, hermano de Franco, sólo vio el expediente una vez, porque cansado de que se lo negaran fue con una periodista que amenazó con armar un escándalo. El fiscal, sin embargo, nunca lo atendió. "No le conozco la cara", dice Octavio.
En la Policía no hubo mayor movimiento. En febrero, tras una polémica mediática, Octavio fue recibido por el subsecretario de Seguridad, César Nieva, que le prometió afiches y un spot televisivo que no se exhibió en la televisión más de un par de días. Desde el Ministerio aseguraron que esa publicidad era muy cara para continuarla.
La supervivencia
Los rumores de que Franco habría sobrevivido a la correntada comenzaron durante los primeros días. Vecinos de la localidad de Garmendia, a 12 kilómetros de la capital, reportaron la aparición de un joven de similares características, con la remera al hombro y pidiendo cigarrillos, que pasó la noche frente a un destacamento de Policía del lugar, en una parada de colectivos. Enterado, Octavio llegó al lugar, pero el extraño mendigo ya lo había abandonado. Cuando los tenstigos vieron la foto del joven, no lo dudaron: era él. Además, aportaron un dato: pese a su dificultad para hablar, contaba que se había 'caído al agua' y no sabía cómo volver a casa.
Franco tenía natación en la escuela y había ido de viaje de estudio muchas veces a Mar del Plata. Sin embargo, sólo sabía orientarse para ir a la escuela y a la casa de una tía.
Las pistas comenzaron a desplazarse. Cada vez que alguien reportaba un mendigo nuevo en alguna localidad del interior, Octavio se subía a su auto e iba para allá. Entrevistaba a los vecinos pero siempre parecía llegar algunas horas tarde.
Hacia mediados de año, los rumores llegaron fuertes desde la localidad de Frías, en Santiago del Estero. Octavio fue todos los fines de semana, apenas salía del trabajo. Se quedaba a dormir allí. Le habían dicho que muchos mendigos y personas con discapacidad eran explotadas por un hombre que los mantenía drogados y se apropiaba de las limosnas, a cambio de un plato de comida y un lugar para dormir en una estación de trenes. Octavio llegó hasta allí y varias personas le dijeron que habían visto a Franco, pero que ya no estaba.
Un año sin Franco
La incertidumbre de no saber si llorar a Franco o buscarlo, si hablar de él en pasado o en presente, si repartir volantes con su foto sonriente o avanzar en la construcción de una gruta en su honor, está matando a Margarita, su mamá.
"Chapulín", como lo llamaban, era el más mimado de la familia: su retraso madurativo lo había convertido en el centro de su vida. Pero aunque a Franco había cosas que les costaba más que a los otros jóvenes, había otras que se le daban fácilmente: bailar, hacer chistes y conversar con las señoras del barrio. Para su cumpleaños, le habían regalado un equipo de música que, desde hace un año, permanece en silencio, esperando su regreso.
Antonio, su papá, insiste en salir a buscarlo los sábados. Se molesta cuando Octavio, hijo y hermano mayor de Franco no lo lleva. Ambos esperan durante toda la semana que llegue el día, cargan mate y agua fresca en el auto y se lanzan por las rutas de la provincia, preguntando a quien encuentran si vieron a un vagabundo nuevo en el lugar. Pegan afiches fotocopiados porque los satinados full color que les dio el subsecretario de Seguridad se acabaron en marzo. "Lo llamé desde entonces pero nunca más me atendió", cuenta Octavio.
Los compañeros de la escuela, hasta hace poco, llamaban a su casa. Preguntaban si Chapulín ya había vuelto y buscaban advertirle que ya se estaba perdiendo muchos días de clase. Viviana Herrera, la directora de la EDAPI, habla de él en presente, pero no puede ocultar el llanto cuando lo hace. Estaba muy contenta con su evolución y se sentía esperanzada porque "Chapulín" había comenzado a aprender panadería.
En el barrio, los vecinos buscan llenar la incertidumbre aunque sea con dolor. Hace poco levantaron una gruta en el lugar donde colapsó el puente. Octavio, su hermano mayor, la terminó de construir y su mamá Margarita le puso una foto adentro, con una imagen de la Virgen. Pero ir a llorar allí no alcanza. La imagen de Franco vivo, buscando cómo volver a casa, pidiendo comida y durmiendo a la intemperie no los deja rezar.
Periódico Móvil intentó obtener definiciones oficiales sobre la búsqueda de Franco Núñez. El secretario de Seguridad, Paul Hofer y el subsecretario, César Nieva negaron a responder preguntas y, en su lugar, enviaron este comunicado.
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