Un hombre se perdió por 16 años, fue detenido y pudo comunicarse con su familia

Jason Ronald Douglas natural de Australia, ha pasado la friolera de 16 años desaparecido de su familia… y a miles de kilómetros.

Viajó hasta Reino Unido para vivir con su tío, Timothy Elwin Andrews, que era “como un padre para él”, tal y como informa ‘Independent’. La situación para el muchacho fue muy positiva hasta que, en el año 2000, Timothy falleció. En aquel momento, su familia viajó desde Australia para el funeral, y esa fue la última vez que se verían en 16 años.

El repentino ataque al corazón que causó la muerte de su tío fue un duro golpe para el muchacho, pero supo reponerse. Durante un tiempo estuvo viviendo con amigos, pero pronto perdió el contacto con su familia.

Los siguientes meses fueron difíciles. Su ajustadísima situación económica tornaba a peor, y se convirtió en un grave problema cuando un buen día le robaron su dinero y su documentación. Despojado de su pasaporte y de cualquier identificación, su situación se tornó irregular, ya que cualquier trámite que requiriese este tipo de documentación resultaba casi imposible de llevar a cabo. No podía demostrar quién era, ni siquiera justificar que estaba en el país de manera legal.

Empujado a la marginación social

Jason acabó viviendo en la calle durante casi 10 años. Su vida se basaba entonces en deambular por cualquier parte, sobreviviendo a base de pedir limosna y de robar comida en los supermercados cuando la situación no le dejaba otra opción.

La familia pronto comenzó a inquietarse al no tener noticias del muchacho. Contactaron con la policía, pero las dificultades para establecer alguna coordinación internacional fueron diluyendo poco a poco sus esperanzas, mientras veían, con creciente frustración, cómo el joven Jason no daba señales de vida.

Cuando escuchamos este tipo de historias en las que alguien tiene que buscarse la vida en la calle, lo primero que nos viene a la mente son los migrantes de países subdesarrollados que, empujados por multitud de situaciones adversas, se aventuran a viajar sin las licencias burocráticas pertinentes ante una situación que sería mucho peor si permanecen en el país.

Así se vio Jason, a quien la marginación social le llevó a vagabundear, moviéndose cuando la policía le echaba el ojo por diferentes localidades como un nómada sin rumbo fijo.

Durante los primeros años, aún le quedaba esperanza de que la situación cambiase, y deseaba que su familia le buscase y le llevase de vuelta a casa. Y en realidad estaban en ello. Sin embargo, a la prácticamente nula efectividad de la policía se añadía la situación del chico; encontrar a las personas que viven en la calle es extremadamente difícil, ya que a menudo cambian de barrio, e incluso de localidad, y no hay ningún sitio en el que se les pueda contactar. A medida que pasaba el tiempo, iba perdiendo la fe, hasta que llegó un punto en el que pensó que nadie le buscaba.

Un golpe del destino hizo que acabara detenido por la policía de la localidad de West Midlands. Allí trató de explicarles su situación y su deseo de contactar con Australia. La policía, en este caso, realizó todos los trámites para ponerle allí mismo al teléfono con su familia y, por primera vez en 16 años, pudo hablar con ellos.

“Al principio lloraba, pero luego estaba feliz”, narra su familia. “Hemos hablado de muchas cosas: de nuestros recuerdos de la infancia y de nuestras vidas ahora. También nos contó la dura vida que ha tenido desde que está allí”.

Desde ese momento, sus parientes han enviado dinero a Jason para que pueda regularizar su documentación y pagar un alojamiento. Ahora se encuentran realizando un 'crowdfunding' para sufragar el coste de llevarlo de vuelta a casa y rematar el final feliz de esta odisea del siglo XXI, más común de lo que nos podemos imaginar.  

Fuente: Elconfidencial.com