Argentina es uno de los países del mundo que más hinchas llevaron al Mundial de Qatar 2022. Los europeos no fueron porque es caro pero a los seguidores de la Selección no hay inflación del 100% que los detenga.
Pero una cosa es ir, pagar vuelo y alojamiento y otra cosa conseguir entrada, porque el negocio de la reventa no es algo solo de los argentinos.
Para Qatar se anunció que se vendieron todos los tickets, sin embargo ningún estadio estuvo con las tribunas completas en su totalidad es que en la reventa la entrada más barata para el partido ante Polonia, por ejemplo, pedían 650 euros, alrededor de 200 mil pesos.
Entonces, desde el Mundial de Alemania 2006 a un grupo de argentinos se les ocurrió la idea de alquilar sillas de ruedas y comprar las entradas para discapacitados, que son oficiales y gratis para el acompañante.
El video del hincha parado al lado de la silla de ruedas
La recomendación para estos casos es ver el partido tranquilo, siempre sentado pero a veces la pasión puede más y es lo que le pasó a este hincha argentino, que no se contuvo y se paró para cantar. ¿Milagro? No, trampa.
La historia que comenzó en Alemania 2006
En el mundial de Alemania 2006 se llenó, como ahora en Qatar, de argentinos, y muchos lo hicieron sin entradas para ver los partidos.
En ese momento, se supo que tres jóvenes argentinos que no podían pagar los boletos en la reventa por su alto costo, consiguieron localidades reservadas para discapacitados.
"Nos da un poco de vergüenza, pero no podíamos pagar 500 euros una entrada, si trajimos 200 para todo el Mundial", relató en ese momento Claudio, un argentino de 29 años, que consiguió a buen precio su ticket para el partido ante México, como lo hizo frente a Holanda.
¿Cómo hicieron Claudio y los otros dos argentinos? Alquilaron tres sillas de ruedas para comprar las entradas. El problema en el partido ante Holanda fue que la pasión pudo más y cuando en la cancha atronó el grito "¡el que no salta es un inglés!", uno de ellos, llamado Ernesto, no pudo con su genio y comenzó a dar saltos.
"Fue increíble, lo mirábamos y no sabíamos cómo hacer para sentarlo. Al lado nuestro había un alemán que debió de haber pensado que había ocurrido un milagro, porque en sus cabezas no debe entrar la posibilidad de que alguien haga algo así para ver un partido de fútbol", comentó Gustavo, el tercer argentino en cuestión.
Fuente: MinutoUno