Una artista tucumana encontró su refugio en una isla de España y su corazón en la India
Patri Nirmala nos cuenta su historia. Vivió 30 años en Alemania, meses en la India y ahora encontró su lugar en el mundo en la isla de Tenerife, España.
Con su espíritu aventurero y pasión por la música, Patri Nirmala (Patricia Araoz) se fue del país desde muy joven. Vivió 30 años en Alemania, meses en la India y ahora encontró su refugio en el mundo en la isla de Tenerife, España.
Patri Nirmala tiene 59 años, es cantante, coach y traductora, madre de dos hijos, divorciada y se define “libre como las aves”. Ella abre esta nueva sección de nuestro portal “Tucumanos por el Mundo” para contarnos su historia y experiencias lejos de su tierra natal.
-¿Cuándo y por qué te fuiste de Tucumán?
-Me fui de Tucumán a los siete años de edad. Mi padre obtuvo una posibilidad de trabajo en Jujuy y allí crecí, hasta los 21 años. En ese tiempo me enamoré de un alemán que me propuso irme a vivir con él a su país, luego de recorrer juntos en su moto el sur de Argentina y parte del sur de Chile. Mi espíritu libre y aventurero desde pequeña me llevaron a emprender esa aventura, sin pensar en los riesgos y consecuencias de vivir tan lejos de mi familia a esa edad. Fue una experiencia dura, llena de matices negativos como miedos, soledades y aislamiento. Pero también fue enriquecedora, colmada de sorpresas, gente nueva, amigos de todo el planeta, actividad en la política, la música, experiencias de viajes, el aprendizaje de otro idioma. Cada día de mis 30 años en Alemania trajo un desafío: estudio, hijos y sobre todas las cosas, el constante aprendizaje del desapego. El desapego de mis hermanos fue lo más difícil y triste. Ellos eran para mí como mis primeros hijos. El desapego de mis raíces, del entorno tradicional, los paisajes de Jujuy, la música andina.
En el año 2002 mis hijos, mi esposo alemán y yo emprendimos una nueva aventura: emigrar a Tenerife, una de las islas de Canarias, el archipiélago español. Elegimos ese sitio para reforzar mi alma de origen sudamericano sedienta de sol y del idioma castellano. Permanecimos cuatro años y aunque tuvimos que regresar a Alemania por fuerza mayor, nunca perdí el contacto con los amigos tinerfeños y volví varias veces en estancias cortas y hasta de dos meses.
En el año 2009 otra aventura me esperaba: regresar a Tucumán, a mi cuna, a mis orígenes, donde reside mi familia original. Este retorno fue un intento de reinsertarme en una sociedad totalmente desconocida para mí.
La inestabilidad social, financiera, la inseguridad, la dificultad para encontrar un puesto de trabajo, la mentalidad de la gente en general, me hicieron dejar otra vez Tucumán, Argentina, mis raíces. Tras la muerte de mi madre en el 2014 decidí que ya no era mi sitio.
Regresé a Alemania y comencé a visitar India por temporadas largas. Así comenzó mi verdadera libertad. En 2015 decidí volver a Tenerife, para radicarme, porque siempre he sentido que es mi sitio.
-¿A qué te dedicas actualmente donde vives?
-En Tenerife me dedico en casi un 100% a la música. Concreté un viejo sueño mío: tener un grupo con buenos intérpretes, un grupo de músicas del mundo, de músicas tradicionales de varias culturas. Los integrantes de mi grupo son virtuosos de instrumentos exóticos para la cultura occidental. Nuestro repertorio es en diversos idiomas como griego, sefardí, portugués, hindi, farsi, quechua, castellano, mapuche…y seguimos ampliando.
-¿Qué es lo que más te impactó o te gusta de ese país y qué es lo que más extrañas de Tucumán?
-Desde un principio, las cosas que me encantaron de Tenerife fueron la diversidad climática, las costas, el dejo latinoamericano del castellano de los canarios, la tranquilidad con la que se vive, la limpieza, la seguridad, los bajos costos de vida respecto al resto de España y la proximidad con el continente. Las Canarias se sitúan al sur de España, frente a las costas africanas, pero la vida es europea. Aquí tengo amigos argentinos, canarios, alemanes, italianos, hindúes. La gente es abierta, alegre y muy musical.
De Tucumán no echo nada en falta. Ni el clima, ni la forma de vida, ni la ausencia de estructura y orden en las calles, ni la comida. Amo a mis amigos tucumanos, que son valiosos y grandes personas. Con ellos mantengo contacto, comunicación. El amor no cambia en la distancia. Eso es parte del desapego.
-¿Cómo es tu día (rutina) en este país?
-Como los artistas en general, tengo una vida bastante libre, sin rutinas agobiantes, matizada de encuentros con amigos, ensayos y conciertos con mi grupo, visitas a eventos culturales, idas a las playas, paseos en las montañas, tranquilidad en casa haciendo música y compartiendo charlas y risas con mi hija de 26 años, que dejó Argentina hace un año y se vino a vivir conmigo. Ella está encantada.
-¿Cómo nos ven allí a los argentinos?
-En Tenerife viven muchos argentinos. De hecho hay una agrupación de argentinos en el sur de la isla pero no la he visitado. Conozco muy pocos argentinos aquí y son casi todos músicos. Pero no tengo demasiado intercambio con ellos. Para los canarios y españoles en general el argentino es de fácil labia, convencedor, atractivo y conquistador. Nos consideran inteligentes y cultos. Pero también hay cierta fama de cualidades menos agradables como mentiroso, impuntual, arrasador, sabelotodo y poco serio para muchas cosas. Hay que aclarar que los conceptos sobre los argentinos apuntan más a los porteños, que son los que más han salido del país.
El tango gusta mucho pero aún más el folclore gracias a las visitas de Jorge Cafrune o Mercedes Sosa en Tenerife. La “Mecha” es muy admirada y amada en Canarias y en España en general. Sobre todo los canarios saben muy bien qué es “Tucumán” o lo que es una zamba o una chacarera. La “Luna tucumana” o la “Chacarera de las piedras” son tan familiares como una “isa”, una “folía malagueña” o un “tajaraste”, que son ritmos del folclore tradicional canario. Atahualpa Yupanqui es también muy conocido y respetado y muy populares son Les Luthiers, que llenaron enormes salas en las Canarias durante muchísimos años. De Argentina se sabe que desde hace varias décadas imperan el desorden, la corrupción de Estado (como en España, dicen ellos), la inseguridad y la inestabilidad en general. Lo saben no sólo por la prensa, sino también por la enorme cantidad de inmigrantes argentinos en España, incluido el archipiélago canario.
-¿Cómo fue tu experiencia en la India? ¿Qué es lo que te dejó ese místico país?
-Visité India unas diez veces. Mis primeras estancias fueron cortas, de entre cuatro y seis semanas. Las últimas dos visitas fueron de seis meses, lo que me ha permitido ahondar aún más en la cultura, en la música y en la idiosincrasia. Me siento hindú en muchos sentidos, me identifico con la filosofía vedanta , por ello mi maestro guía es Ramana Maharshi a quien llevo dentro mío sin necesidad de grandes imágenes en mi casa, ni rituales, ni actos devocionales. De hecho pocos saben que mi camino va siendo marcado filosóficamente por este santo maestro de India, que fue mi maestro en mi última vida. He viajado siempre sola en India, en los trenes más simples o en algunos más cómodos, aunque nunca más de quince o veinte horas. He viajado en buses destartalados, repletos de gente, desbordados, donde yo era la única extranjera, he comido en los sitios más sucios y simples, en los más visitados, en los finos, en la calle, en los hoteles de 3 estrellas o en el kiosquito de la vuelta (dabar). He esperado por mi tren durante toda la noche, sola, en una estación en medio de cientos de indios dormitando sobre el piso, he viajado centenares de kilómetros por la India más recóndita, la más profunda, la más sucia, la más pobre, oscura y desconocida. He permanecido en viajes largos hasta 18 horas sin comer ni beber porque no sabía cuándo o dónde o en qué condiciones podría disponer de un baño. He sido invitada exclusiva en ceremonias del Ganges o en templos de Varanasi, o en celebraciones hindúes cerradas al occidental.
Me hice amiga de sadhus (renunciantes), sacerdotes (pandits), gurúes hombres o mujeres, o de familias increíblemente hospitalarias, humildes o clase media alta. He deambulado sola en plena noche por calles desoladas de Delhi o Bangalore. Hice música con virtuosos músicos hindúes improvisando, creando o tomando clases con ellos. Canté ante un público de hasta 10.000 hindúes, invitada por una popular cantante de Mumbai y del estado olvidado de Bihar (de este estado proviene generalmente el arroz basmati).
Mi experiencia en India es de una importancia incalculable para mi crecimiento personal y mi identidad interior. Mi sed de aventura sin miedo a lo desconocido encontraron su saciedad en India. Este misterioso subcontinente lleno de sorpresas y contradicciones me regala una y otra vez la práctica de la paciencia, la humildad, la gratitud y el amor al prójimo. En India fui aprendiendo a superar mis propios demonios y límites, encontrando el encanto hasta en las situaciones más adversas.
-¿Qué les dirías a los jóvenes que quieren irse de Argentina en busca de un futuro mejor?
Depende de lo que lleves en tu maleta en experiencia, capital, documentos y conocimientos. Vivir de manera ilegal en cualquier rincón del mundo te paraliza, porque si lo que se busca es una estabilidad o seguridad económica, sin permisos de residencia o trabajo, sin idiomas (como el inglés), se termina haciendo los trabajos más duros y peor pagados. Siempre es recomendable emigrar con un previo contrato de alguna empresa del país al que se quiere ir. La profesión o el oficio aprendidos tienen que contar con un reconocimiento o reválida en el país al que se emigra, pues sino, se deberá comenzar allí de cero el estudio ya hecho. No es fácil emigrar, más difícil es inmigrar, corriendo riesgos de ser deportado o viviendo con el alma en vilo durante años. Las cosas están cada vez más difíciles en todo el mundo. Una cosa es viajar, otra establecerse en un sitio remoto.
-¿Volverías a vivir a Tucumán?
Sinceramente no. No considero a la ciudad de Tucumán un sitio bueno para vivir. Lo he intentado en todos los aspectos, pero salvo cosas que siempre hay para rescatar, como la maravillosa gente que se convirtió en mis amigos y al margen de alguno que otro familiar, no hay nada que me atraiga como radicarme otra vez. La corrupción en el gobierno, la permisividad del pueblo ante los políticos y sus engaños, la pasividad ante una ciudad destruida, sucia, descuidada, la xenofobia, la extrema criminalidad y los peligros que significa salir a la calle a cualquier hora, la han convertido para mí en un lugar en el mundo lejano a mis planes de futuro. Sí me encantaría, como músico, profundizar en el mundo de las copleras y bagualeras, en los cerros de Amaicha y sus increíbles paisajes, y por supuesto, disfrutar de las empanadas tucumanas.