La Justicia busca determinar si la ministra Chahla tiene un hermano no reconocido

Ángel Eduardo Páez batalla en tribunales para ser reconocido como hijo de Elías Chahla, padre de la titular de la cartera de Salud. Un ADN que no se concretó y una búsqueda que ya lleva casi dos décadas

Tucumán22/11/2017Mariela AldereteMariela Alderete

Antes de morir, María Trinidad Páez le confirmó a su hijo que lo que todo el pueblo murmuraba era verdad: don Elías Chahla, próspero comerciante de Leales, era en realidad su padre. De esta manera recuerda Ángel Eduardo Páez una de las últimas conversaciones que tuvo con la mujer que lo trajo al mundo, lo cuidó y lo educó sola en un pueblo del interior tucumano donde ser madre soltera y trabajadora era un verdadero estigma. Nunca imaginó que, 50 años después, iba a seguir batallando para que la Justicia reconozca el que considera su verdadero apellido. Mucho menos, que su presunta hermana, Rossana Chahla, llegaría a ser ministra de Salud de la Provincia y se mostraría al menos esquiva a colaborar con el reconocimiento de su identidad.

El primer día de noviembre de este año, Páez llegó al Palacio de Tribunales vestido de traje. Había sido citado por la Justicia, junto a la ministra Chahla y su hermana, a aportar material genético para que el examen de ADN pusiera fin a su peregrinar de varios años. Sin embargo, ninguna de las dos apareció por el lugar. En el juzgado le explicaron que habían interpuesto un escrito pidiendo postergar la muestra. Páez se retiró del enorme edificio con las manos vacías como llegó y se dispuso a armarse de paciencia hasta la próxima fecha fijada. 

A la segunda citación, el 14 de noviembre, la ministra sí se presentó. Sin embargo, según explicó Páez, no dio su material genético. Esta vez, argumentó, era porque consideraba que se debía impugnar al perito de la parte demandada, agrega el denunciante.

 Pueblo chico

De acuerdo a las declaraciones de testigos en sede judicial, hace cincuenta años en Santa Rosa de Leales, ubicada a 40 kilómetros al sur de la capital de Tucumán, todos los niños se conocían porque iban a la misma escuela, incluidas la ahora ministra y su hermana. Ángel Eduardo era el hijo de doña María Trinidad, trabajadora doméstica. “Mi mamá nunca me habló mal de él (por don Elías). Guardó silencio hasta que yo decidí preguntarle y me dijo que sí, que verdaderamente él era mi padre”, recuerda Páez. “Me imagino, hace 50 años, lo que era ser mamá soltera. Era una cruz en un pueblo que, además, te condena”, reflexiona.

Varias personas que dieron testimonio en el juicio recuerdan su propia infancia y la de Páez de manera coincidente: el  niño, se decía, era hijo de don Chahla. “Todos lo sabíamos en el pueblo”; “me cargaban a mí que (Páez) era mi primo y yo me reía”; “sé por mi madre y por vecinos que Don Elías Chahla era el padre de Eduardo Páez”; “Mi madre me lo dijo, Ángel es hijo de Elías”, son algunos de los testimonios que pueden leerse en el expediente. Algunos recordaron que, justamente por su condición de hijo “extramatrimonial”, a Páez no le permitían ir a ver a don Elías. Sin embargo, él recuerda que algunas veces lo fue a ver al comercio que tenía cerca de la escuela, cuando iba a comprar caramelos. “Lo recuerdo muy poco. Cuando iba al negocio me atendía, se lo veía una persona buena, amable. Eran cosas de chico. Después lo vi de lejos en grande”, cuenta.  

Por eso -y por la confirmación de su madre antes de morir- Páez decidió, hace cerca de 20 años, que era hora de recuperar su identidad y llevar el apellido que le correspondía, asegura. Sin embargo, y pese a que el tema no parecía complicado, el camino se llenaría de contratiempos y la batalla se extendería por más de dos décadas.

En el año 2014, dos miembros de la familia Chahla accedieron a realizarse estudios de ADN para ayudar a Páez a comprobar lo que, para ellos, siempre había sido una verdad: que eran primos. En diciembre de ese año, el centro de Diagnóstico Bioquímico y Genómico Manlab, con sede en Buenos Aires, emitió un informe tajante: “el halotipo del cromosoma Y de Chahla, Fernando y Chahla, Roberto presenta coincidencia total con el de Páez, Ángel Eduardo, lo que permite concluir que pertenecen a la MISMA LÍNA PATERNA”. Las mayúsculas pertenecen al documento original, que lleva el membrete del laboratorio y la firma del doctor Claudio G. Valdata. Sin embargo, ese no sería el final del camino: ese examen privado debía ser reafirmado en el ámbito de la Justicia y, para ello, pasarían al menos tres años más.


El final del camino

Páez no había podido entonces (ni lo logró hasta ahora) hablar con la ministra Chahla, con su hermana ni con la madre de ambas. Las tres figuran como parte demandada en el juicio por filiación que se sigue en la Justicia tucumana. Sin embargo, desea poder hacerlo: “no tengo problema, para mí el diálogo es fundamental, no estoy en son de guerra con nadie, al contrario”, explica.

“Identidad”, responde Páez sin dudar cuando se le pregunta cuál es el objetivo de su cruzada. “Identidad”, repite. Y agrega: “tengo tres hijos y necesito que, realmente, sepan cuál es su origen”. El día en que Páez se presentó en Tribunales y aportó su muestra de ADN, se retiró con la sensación de que otra vez los tiempos se volvían cruelmente largos. “Me está faltando mi otra mitad y también creo que le está faltando justicia a mi mamá”, finaliza.


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