Quién era "Interpol", el tucumano que todos conocían y que murió hoy

Su figura flaca apoyada en las barandas de la Casa de Gobierno fue, durante años, característica de la ciudad

Tucumán30/07/2015Mariela AldereteMariela Alderete
Interpol nos dejó el viernes
Interpol nos dejó el viernes

Hasta hace poco, Interpol seguía custodiando la Casa de Gobierno. Apoyado en sus barandas de bronce, fumando un cigarrillo con la campera bajo el brazo, este personaje urbano fue parte de la ciudad durante años y, también, parte de los mitos que rodearon a la vida ciudadana.

Interpol, nos dejó. Paradójicamente, este hombre que recorría el gran San Miguel de Tucumán caminando o corriendo (se lo podía ver tanto en Banda del Río Salí como en Yerba Buena), encontró la muerte a pie. Un colectivo de larga distancia lo atropelló el viernes, mientras recorría a pie en la ruta 9, en Salta.

Todos conocían a Interpol, aunque nadie sabía, en realidad, quién era. El ingenio popular había llenado la falta de información con fantasía e inventó historias fantásticas en torno suyo. Se dijo que era un agente de la CIA, de la SIDE o la Interpol. Los más modestos, le atribuían sus servicios de inteligencia a la Policía de Tucumán o el D2. Muchos pensaban que tenía algún problema mental, que mendigaba o que se drogaba.

Pero, al parecer, la vida de "Interpol" era más sencilla. Sólo le gustaba mirar y caminar. Así, se pasó años haciendo lo que quería: andar. No era ningún agente encubierto o, si lo era, era el más fracasado del mundo porque su estampa era fácilmente reconocible en todas partes. Y en todas partes se lo veía, siempre a pie.

Juan Carabajal era su nombre, aunque lo conociéramos como "El extraño de pelo largo", el "hippie" o "Interpol". En el año 2010, el equipo del programa República de Tucumán lo entrevistó y todos pudimos saber que, en realidad, se dedicaba a cuidar un vivero que había montado su padre en su casa.

Le gustaba Buenos Aires, pero todavía no había salido del país y quería hacerlo, para conocer otros lugares del mundo.

Con él, se fue una parte de la historia del Tucumán cotidiano. La ciudad, seguramente, lo va a extrañar.





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