Decidió cumplir su sueño de estudiar Comunicación y sigue trabajando como conserje de la facultad

Se trata de Edgardo Santillán de 48 años. Además de esposo y padre de tres hijos, es estudiante de Comunicación Social y conserje de la Universidad. ENTREVISTA EXCLUSIVA.

Tucumán 30/06/2017 Redacción Redacción

"Un día me paré frente a mis compañeros y les pedí que no me trataran de usted, quería ser uno más de ellos"
-Edgardo-
"Siempre me gustó comunicarme con la gente", fue una de las expresiones con las que se dio comienzo a esta entrevista. 
Ejemplo en la Universidad
Hace más de veinte años que Edgardo le dedica su vida a la UNSTA (Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino) realizando tareas de limpieza y mantenimiento. "Hago de todo, acomodo cables, limpio pisos, lo que me pidan y necesiten", expresa con una ferviente sonrisa y brillo en sus ojos. Al instante uno puede darse cuenta de la alegría que le provoca el respeto y valor que se ganó en este lugar a lo largo de estos años. Ingresa a la institución a las 14 horas y se retira a las 22. Edgardo se emociona al recordar diferentes momentos vividos junto a los que ahora son sus maestros de carrera y que recorrieron juntos como alumnos de la universidad. 
Su familia: Su gran apoyo
Casado a los 21 años con su gran amor y con tres hijos adolescentes, tomó la decisión de luchar por el sueño que en algún momento vio como perdido, que era, estudiar la carrera de Comunicación Social y llegar algún día a los medios. "Me veo más trabajando en una radio pero si se me da la oportunidad de participar en televisión también lo hago, me animo a todo, me encanta". Con respecto a su esposa, el dice "ella me bancó mucho" y reconoce que sus hijos se mantienen presentes en cada minuto apoyandolo y dandole fuerza para seguir. "Todo lo que tengo me costó sudor y sangre", dice Edgardo. 
Futuro comunicador y ejemplo
"El tema de los estudios era algo pendiente en mi vida", expresa mientras se ríe e intenta contarme una de sus anécdotas con sus nuevos compañeros. El año pasado había decidido estudiar locución pero por razones personales y sobre todo económicas no pudo hacerlo. Este año tomó la gran decisión y se lanzó a la aventura de, además de dedicar tiempo a sus hijos, esposa e incluso madre, trabajar varias horas por día en la facultad, comenzar a estudiar e intercambiar fotocopias con sus nuevos compañeros, para él ya considerados sus nuevos amigos. Entre lapiceras y cuadernos, risas y miradas llenas de concentración en una pizarra, Edgardo convive en esta Universidad todos los días de su vida, manteniendo la esperanza de poder algún día ser un gran comunicador. 
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Se puede decir que Edgardo se convirtió en un claro ejemplo de lucha y sacrificio para todos sus compañeros y maestros de la Universidad. 
 

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