Hablemos de errores

POR BERNARDO STAMATEAS

Errar es humano… dice el dicho. Todos los que habitamos este planeta somos seres humanos, en consecuencia, de vez en cuando cometemos errores. Ya sea que lo admitamos o no. Pero solo quienes están dispuestos a aceptar el fracaso, y no tratan de ocultar sus equivocaciones, son capaces de transformarlo en éxito. 

Mucha gente teme equivocarse pero es algo que nos sucede a todos en algún momento porque, como dice otro dicho popular… ¡nadie es perfecto! Los errores en sí mismos no poseen el poder de subestimarnos, es decir, de restarnos el valor intrínseco con el que fuimos diseñados y vinimos al mundo. Es por ello que jamás un error cometido debería empujarnos a desistir de nuestros sueños.

Esa capacidad de menospreciarnos se la entregamos nosotros mismos. Esto significa que nadie, excepto yo, tiene la capacidad de determinar si he fracasado o no. Cuando nos erigimos en jueces de nuestras propias vidas, y nos castigamos por equivocarnos, nos desenfocamos de la meta. El proceso que todos debemos atravesar incluye un tiempo de preparación, donde mediante prueba y error, vamos aprendiendo y mejorando para alcanzar nuestra mejor versión.

¿En qué momento de dicho proceso estás?

Estés donde estés, debés saber que está permitido probar y equivocarse una y otra vez. Porque las personas no somos máquinas que arrojan resultados, sino humanos que atraviesan y superan procesos. Pero el proceso, por largo y arduo que sea, jamás determina el resultado final. Solamente es un camino a recorrer con momentos más sencillos que otros.

Si deseás tener éxito en la vida, allí donde te encuentres, recordá que el proceso te requerirá esfuerzo, fuerzas y, sobre todo, voluntad y dominio propio. Porque sin persistencia es imposible llegar al final. Muchas veces nos sucede que avanzamos cuatro pasos y estamos felices… pero de repente algo hace que retrocedamos dos pasos. La actitud ideal frente a ello es no rendirnos jamás frente a los errores y volverlo a intentar todas las veces que haga falta. Porque:

Volver a empezar una y otra vez renueva nuestras fuerzas y nos permite avanzar a pasos agigantados.

Pero para ser capaces de volver a empezar una y otra vez, es fundamental contar con un propósito en la vida. En otras palabras, tener algo por qué vivir. Esto nos motivará, nos empujará y dirigirá nuestra atención hacia la meta, de forma que los errores que cometamos nunca nos detengan ni nos frustren. Los propósitos implican sueños, ilusiones, deseos, ganas y, en última instancia, realidades. 

¿Ya has descubierto cuál es tu propósito?

Si ya lo tenés claro, este determinará todo fracaso que enfrentes como una situación momentánea y no alterará tu perseverancia para seguir caminando hasta llegar a la cima. Pues saber por qué vivís te permite estar enfocado, pase lo que pase a tu alrededor y hagan lo que hagan los demás. Esto es así porque un propósito no solo te llena sino que te permite destacarte y ser todo aquello para lo cual naciste. Aferrate a tu propósito ¡y que ningún error te detenga!