Me da mucha vergüenza
Muchas personas experimentan esta sensación. La vergüenza es una emoción poderosa que irrumpe en nuestra vida y, por lo general, escoge el cuerpo para manifestarse. Entonces, aparecen señales como sonrojarse, quedarse mudo, tartamudear, tener picazón y, en casos más extremos, sufrir un ataque de pánico.
Es entonces que la persona que se siente avergonzada tiene la idea de que esta emoción ha tomado el control de su vida y solo desea desaparecer. Y, lo que es peor, se da cuenta de que los demás notan lo que le está sucediendo y tiene miedo de no ser aceptada.
Pero la verdad es que todos los seres humanos portamos en nuestro interior la capacidad de enfrentarla y superarla. ¿Por dónde comienzo?, tal vez preguntes. Lo primero que deberíamos hacer, cuando sentimos vergüenza, es rechazar todas las palabras de burla que alguien nos habló en el pasado.
Hay que menospreciar (no darle valor) a dichos, actitudes, gestos y recuerdos del pasado que nos han empequeñecido y limitado. Si alguien te dijo: “Vos no podés”, cancelá esas palabras y retomá el control de tu vida. Animate a desafiar a la vergüenza. ¡Sí podés!
A continuación, tenemos que empezar a bendecirnos. Es decir, a pensar y hablar bien de nosotros mismos. Esta actitud tiene el poder de cambiar no solo la perspectiva con la que nos vemos a nosotros mismos, sino, además, la perspectiva con la que los demás nos ven.
La vergüenza es un muro que no nos deja conectar con nosotros mismos y con otros.
¿Cómo actúa alguien con vergüenza? Básicamente de estas tres formas:
a. Se aísla del mundo que lo rodea
Invadido por la timidez, busca desaparecer de la escena. Entonces, suele pasar mucho tiempo solo y casi no tiene vida social. Aunque sufre y desea cambiar, no lo logra. Y para no seguir siendo avergonzado, se aísla.
b. Se vuelve un blanco fácil de bullying
Presa de la indefensión, tiene una autoestima débil que hace que sus fuerzas disminuyan convirtiéndose en una presa fácil de ser burlado y maltratado.
c. Siente que es menos que los demás
Se lastima rumiando pensamientos negativos sobre sí mismo. En el fondo, no se siente capaz de estar a la altura de las circunstancias, pues cree que todo el mundo es mejor.
Es fundamental reconocer que uno siente vergüenza para poder hacer algo al respecto. Esta actitud nos permite empezar a aceptarnos a nosotros mismos y, como resultado, darle el lugar que le corresponde a aquello que nos avergonzó. De manera, práctica, podemos:
-Chequear nuestra reacción ante las ofensas.
-Darle valor solo a las palabras que nos sumen.
-Deshacer la voz interna que nos avergüenza.
-Tener presente que cometer un error no nos convierte en errores.
-Reírnos de nuestras debilidades.
No nacimos para vivir avergonzados. Por eso, demos a luz, con coraje y pasión, al genio que todos llevamos adentro. Solo nuestro potencial ilimitado es nuestro verdadero yo. ¿Sabías que hay capacidades dormidas dentro de vos? Es tiempo de que las des a conocer al mundo… sin vergüenza.
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