Ser mujer es maravilloso

Por siglos las mujeres hemos sido engañadas, sobre lo que significa ser mujer y su rol en el mundo. Es momento de quitar las vendas, reconocernos y celebrar lo maravilloso de nuestra femeneidad.

A lo largo de la historia nos han engañado, han confundido el rol y la naturaleza femenina  por decirlo de algún modo, de forma casi diabólica, haciendo sufrir aún hasta la muerte a muchas de nosotras, y no ha terminado. A  pesar de todas las luchas y batallas ganadas seguimos sufriendo el engaño y la confusión de lo que significa ser mujer.

Es cierto que hemos reconquistado muchos derechos, y digo reconquistar porque siempre nos pertenecieron. Pero en esa lucha también nos perdimos, nos equivocamos, tratando de ser igual a los hombres y de alguna manera dejando de lado, aquello que nos hace deliciosamente “diferentes a” pero “no menos que”. Esta clase de maldad que convierte lo bueno en malo, nos hizo perdernos a nosotras mismas, odiando nuestra femeneidad, tratando de ocultar y superar diferencias de manera injusta.

Los discursos con el tiempo han ido cambiando pero de una o de otra manera han sido y siguen siendo crueles. Hoy, la sociedad dice que la mujer debe ser: Inteligente, profesional, trabajadora, simpática; buena amiga de su pareja y de los amigos de su pareja; siempre a la moda; buena amante, con conocimientos básicos del kamasutra y de mente y sexualidad abierta; ama de casa, madre, experta en educación infantil con conocimientos básicos de psicología; siempre joven o juvenil ; delgada, con las medidas apropiadas, para conseguir esto debe realizar ejercicios con regularidad; debe ser actual, estar empapada de las nuevas tecnologías y saber manejarlas a la perfección; terminantemente prohibido ser solo madre y ama de casa; y para completar, mientras realiza todas estas “multifacetas” también debe ser sexy.  

Esta realidad, parece el trabajo de un sádico, porque ¿quién puede equilibrar esta cantidad de directrices? Es imposible, seguro algo se nos escapa, por lo menos la felicidad.

En fin, históricamente, la humanidad nos hizo creer que no somos suficientes; que siempre debemos  esforzarnos  más.  Acabemos con esta cruel mentira, somos distintas; amamos, lloramos, reímos, sufrimos, trabajamos, pensamos, y percibimos el mundo de una forma totalmente diferente; tenemos un cuerpo que no tiene que ser un uniforme dictado por las pasarelas;  y un rol que cumplir también diferente. Y eso no solo es bueno, es maravilloso.

Celebremos esa hermosa deferencia que nos hace atraernos unos a otros, vive y disfruta tu femeneidad con el cuerpo que tienes, porque nadie tiene derecho a tratar de moldearlo para que entre en la “talla” que dice la moda. Disfruta la vida con los defectos y virtudes que como persona traes, no trates de ser perfecta, ya lo eres; no tienes que hacerlo todo, nadie puede ni tiene  porque hacerlo. Simplemente se feliz con lo que eres, mujer.