La educación para los jubilados
Comienzan las actividades en el EPAM. Allí, los "abuelos" cursan talleres que mantiene activos los centros de conocimiento y desarrollo físico acordes con su edad
Foto: Miguel Armoa
Aunque no sea un tema exclusivamente de los jubilados, la educación de los adultos mayores es ya una de las tantas preocupaciones sociales del mundo. Se descuenta que en general un jubilado es un adulto mayor, pero en nuestro país la inversa no es cierta.
Las razones - no viene al caso ahondarlas-, están en la baso de nuestros problemas de la Seguridad Social, que entre otras dificultades, han tratado de ocultar que una gran franja de los jubilados actuales, no provienen necesariamente de los Sistemas de base contributiva.
No por ello, deja de ser una buena noticia que, por estos días, en nuestra provincia se hayan iniciado las actividades lectivas del EPAM (Educación Permanente para Adultos Mayores), que es una institución dependiente de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Tucumán.
Allí concurren nuestros buenamente llamados “abuelitos”, cursando talleres de educación y formación, que les permite tener activos los centros del conocimiento y desarrollo físico acordes con su edad y formación previas. En su mayoría los alumnos son jubilados y aunque el cursado no es gratuito, se abona una matrícula y cuota mensual razonablemente accesible.
En la actualidad, el EPAM cuenta con dos locales, uno ubicado en la Avda. Sarmiento al 1200 en el llamado Complejo Sarmiento, donde funcionaba la ex usina termoeléctrica de la desaparecida empresa estatal “Agua y Energía”, y el otro en la céntrica Virgen de la Merced (ex Rivadavia) al 417.
En nuestro país existen en casi todas las Universidades Nacionales programas similares al EPAM, como una continuidad de la tendencia universal a la ocupación del tiempo libre de los jubilados y, en general, personas de la tercera edad. La posibilidad del aprendizaje de los adultos mayores fue creada en 1973 en la Universidad de Toulouse, Francia, y a partir de entonces el interés por esta actividad ha ido creciendo, especialmente desde los ámbitos académicos.
Los especialistas dicen que un jubilado, aunque con mayor lentitud, mantiene las posibilidades del aprendizaje, cualidad que abarca a todo adulto mayor. Si bien muchos de ellos no han realizado trabajo intelectual durante su vida activa y por lo tanto les requiera un mayor esfuerzo el aprendizaje sistemático, su capacidad cognitiva puede desarrollarse; con mayor razón en los tiempos que corren, que han hecho que cualquier trabajo físico tenga alguna conexión con la tecnología ligada a lo intelectual.
Es posible, incluso, que los ex trabajadores intelectuales adquieran mayor calidad en su formación. Desde luego, debe descontarse los problemas circulatorios, enfermedades físicas o mentales de distinta intensidad, que inevitablemente conlleva la mayor edad.
Hace ya más de medio siglo que la presencia del adulto mayor jubilado va teniendo una mayor preponderancia en las estadísticas de la población, y es seguro que la franja etaria que integra va en constante aumento, generando no pocos problemas a la improvisada organización de los países, especialmente los más desarrollados.
Pero también es posible que la madurez humana, propiamente dicha, sea aprovechada más adelante, por lo que la educación del adulto no deja de ser una cuestión que apunta a un futuro no lejano. Se trata de recuperar para la sociedad la experiencia, el saber, y eventualmente la mesura y desinterés material que sólo puede tener el hombre que ha honrado con su trabajo, un descanso que no carece de sentido creador.
Si bien la llamada “gerontocracia” puede no ser el ideal de muchos, no es posible desconocer que gran parte de los problemas del mundo actual es el de la falta de equilibrio en sus decisiones y consejos que, como está dicho, sólo pueden recuperarse desde el trabajo y la experiencia. Un jubilado, puede pues seguir sirviendo al esfuerzo activo, dejando de lado sus dificultades físicas...
Tal vez ése haya sido el pensamiento de ex rector de la UNT, el Ingeniero Eugenio Virla, cuando propició, en el mes de Agosto de 1985, la creación del EPAM. Contaba con el trabajo y entusiasmo de la Profesora Teresa Bernasconi de García, y el Farmacéutico Ricardo Somaini, que a la postre fue su primer director, que habían soñado con un diseño institucional dedicado a la obtención del título profesional de Adulto Mayor.
Por ello puede decirse que es cierto que su motivación era el adulto mayor, pero que también es cierto que la motivación del adulto mayor, era y fue siempre contar con una jubilación, que sea el producto del mérito y esfuerzo económico de su vida activa. Por esa razón, aquella institución educativa que nació para la revalorización en la vejez, finalmente terminó siendo el futuro y desarrollo de los jubilados propiamente dicho, que son la mayoría de sus alumnos.
El EPAM –técnicamente es un programa universitario- ha tenido un desarrollo en la composición del alumnado que muestra, en perspectiva, el modo en que el jubilado ha ido evolucionando conforme al avance de los tiempos. De ese modo, se observa que hay una mayor cantidad de jubilados de sexo femenino en la integración del alumnado, debido a que el jubilado varón, en general, ha tendido a buscar una nueva actividad laboral, a fin de superar el magro haber con que accede al beneficio y su progresivo deterioro.
Si bien se observa una tendencia a revertir esta situación, a la fecha no hay modificaciones sustanciales. También debe tenerse en cuenta que en general los talleres dedicados a actividades físicas (salvo en los que se aprenden danzas folklóricas o tango, donde la pareja es prácticamente obligada) es más concurrido por jubilados del sexo femenino, cuestión que tal vez esté vinculada con la mayor libertad que tiene el varón para hacer actividades físicas fuera de los talleres.
En marzo de 2012 la Universidad Nacional de Tucumán cerró los talleres del inmueble de Virgen de la Merced al 417, debido a que debía alquileres por cerca de $ 80.000, y los trasladó a al inmueble de avenida Sarmiento al 1.100, donde funcionaba la ex central termoeléctrica mencionada. Naturalmente, los alumnos se sintieron ultrajados, debido a que el nuevo destino tenía dificultades de acceso (debía cruzarse el puente de tránsito de la avenida por personas con dificultades físicas) y la higiene posibilitaba la presencia de animales como ratas y palomas, además de la falta de aislación acústica y térmica de los locales. Los jubilados tenían que transitar empinadas escaleras por la falta de ascensores.
De ese modo, iniciaron acciones de protesta y se produjeron algunos incidentes menores, hasta que la Universidad pudo reintegrarlos al viejo caserón donde prácticamente nació el EPAM (pues sus primeros días estuvo ubicado en el Centro Cultural que había sido inaugurado en 1984). Tras dos años de lucha, el 21 de agosto de 2014, tuvo lugar la reapertura. Y allí, en Agosto del 2014 pudo festejar sus primeros treinta años de edad. Esta vez contando con la sucursal de la Avenida Sarmiento, que se mantuvo.
Son numerosos los talleres que se pueden cursar en el EPAM: Música Clásica, Música Popular, Guitarra, Flauta y otros instrumentos musicales; hay actividades manuales y de perfección. Se puede iniciar estudios de Periodismo, Literatura, computación y además idiomas como el italiano y el inglés. Actividades artística grupales como coros o danzas folklóricas y otras de tipo popular, tienen mayor demanda; pero también, dentro de la música, el perfeccionamiento en canto, canto italiano y popular, además del aprendizaje de la lectura musical son muy requeridos por los alumnos.
Completan las actividades talleres de gimnasia, relajación y otros de destreza física o físico-mental como Yoga. Las actividades artísticas clásicas propiamente como pintura y teatro buscan hacer posible antaños anhelos de jubilados, que han sido atrapados por la etapa de su vida activa, debido a exigencias de tiempo y esfuerzo.
Por Carlos Romero
Para Periódico Móvil
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