¿Racional o emocional?

POR BERNARDO STAMATEAS

Columnas y Opinión18/06/2019Mariela AldereteMariela Alderete

Hay personas que comienzan una actividad y, por algún tiempo, les va bien pero llega un momento en el que les empieza a ir mal. Y muchos otros que arrancan una actividad con gran entusiasmo pero, a medida que pasa el tiempo, se desaniman y de pronto la dejan por la mitad. Para lograr un balance que nos ayude a mantener lo que hacemos, debemos conocer nuestros tres cerebros que actúan en conjunto:

  • 1-Cerebro primitivo

    Desde la neurociencia se nos dice que se trata de un cerebro antiguo también conocido como reptiliano. Actúa a través del instinto que se encarga de examinar las condiciones de supervivencia. Su tarea es dirigir el cuerpo, por eso, se encarga de que respiremos y tengamos la temperatura corporal y los latidos del corazón correctos. Además evalúa si en una determinada situación existe peligro para que podamos reaccionar adecuadamente. Funciona en automático para cuidarnos. Por eso, es el cerebro de la impulsividad.

    • 2-Cerebro emocional

      A este cerebro se lo denomina límbico. Es el lugar donde se asientan nuestras emociones que son activadas cuando se produce algún estímulo. Aquí aparecen todas las emociones que experimentamos y su función es básicamente procurarse placer. Por eso, no piensa en el futuro sino solo en vivir el presente y pasarla bien.

      • 3-Cerebro racional

        Es el cerebro que se activa a continuación de los dos anteriores conocida como la razón. Gracias a ella, podemos pensar, analizar y evaluar. También se la llama “corteza prefrontal” y se refiere a esa parte de nuestra cabeza que todo lo analiza.

        En ocasiones nuestro cerebro emocional y nuestro cerebro racional se llevan mal. ¿Por qué? Porque la razón exclama: “Hay que estudiar o trabajar” y la emoción responde: “No tengo ganas”. Las emociones tienen que ver con nuestra pasión. Ahora, si no hay acuerdo entre los dos cerebros, ¿quién es el ganador? El emocional. Por eso, somos seres emocionales que reaccionamos.

        Mientras la emoción provee la fuerza, la razón provee la dirección, es decir, la habilidad de meditar y decidir adecuadamente. La gente que es pura emoción, por lo general, transita la vida sin rumbo. Al igual que un niño o un adolescente, cuyos cerebros racionales no están completamente formados. Pero, cuando ambos cerebros se ponen de acuerdo, logran llevarse realmente bien.

        Los mensajes, explican los neurocientíficos, nos llegan al cerebro emocional en milésimas de segundos. Cuando llega el estímulo, los hombres lo dirigen al impulso. Por esa razón, nosotros somos más agresivos que ellas. En cambio, las mujeres envían el estímulo a la emoción y luego a la razón. Los hombres peleamos o escapamos; las mujeres sienten y piensan primero.

        Por eso, ella puede tardar mucho tiempo en decidir qué vestido comprar, mientras que él compra su ropa basado en su impulso. También es por eso que ella puede sentir más empatía que un varón, mientras que él se justifica: “Le dije eso porque me trató mal”. Un balance entre razón y emoción, independientemente del sexo, es lo más aconsejable para disfrutar vidas equilibradas y sosegadas.



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