Pedir eficazmente

POR BERNARDO STAMATEAS

Columnas y Opinión06/08/2019Mariela AldereteMariela Alderete

Muchas personas son muy generosas a la hora de dar pero no saben, o no pueden, pedir cuando de sus propias necesidades se trata. Si bien, pedir solamente es una actitud adolescente, todo podemos y deberíamos aprender a pedir de manera saludable y eficaz.

Algunos que nunca piden ayuda, cariño, instrucción, o lo que fuere, dan como excusa que no quieren molestar o que sienten vergüenza o temor de pedir y que les digan que no o se enojen. La verdad es que dichas “racionalizaciones” esconden un rasgo de omnipotencia. La persona siente que “todo lo puede” y no precisa que otros la ayuden.

Podríamos comparar nuestra vida con una moneda de dos caras. En una de las caras encontramos la omnipotencia, la cual nos conduce a creer que somos Súperman o La Mujer Maravilla y no necesitamos de los demás. Quien se enfoca en su omnipotencia, jamás pedirá (aunque de verdad lo necesite). Es por esta razón que hay gente que vive para dar. 

Esta actitud de dar a todo el mundo todo el tiempo puede hacer que la persona se termine enfermando. ¿Por qué? Porque su cuerpo está hablando y pidiendo la ayuda que ella no pide. El cuerpo habla lo que nuestra boca calla. Cuando uno está enfermo, por lo general, requiere que lo cuiden, que lo ayuden, que le presten atención…

Otros tienen una gran dificultad en pedirle cosas a alguien en una posición superior, como un jefe o un directivo, porque aun cuando no lo reconozcan se sienten más que los demás y no piden para dejar en evidencia su autonomía. Por supuesto, que todo esto la persona lo hace de modo inconsciente. 

Y de la otra cara de la moneda están aquellos que viven pidiéndole algo a todo el mundo. La persona se siente totalmente indefensa y tiene miedo, actitud que la lleva a creerse un/una incapaz. Movernos en temor nos conduce a sentirnos vulnerables y a no poder reconocer nuestro potencial interior ilimitado. Como resultado, le pediremos ayuda a todos, sean conocidos o desconocidos. 

La omnipotencia (basada en el orgullo) hace que nunca pidamos nada; mientras que la impotencia (basada en el miedo) hace que siempre pidamos algo. Ambas actitudes son tóxicas. Lo ideal es reconocernos poderosos, con capacidades innatas y, a veces, temerosos frente a alguna dificultad. Alguien emocionalmente sano es una persona que da pero también pide. 

Los seres humanos poseemos un costado de “potencia” y otro de “debilidad”.

Ver ambas facetas en nosotros mismos hace que todo funcione mejor en nuestra vida. Es maravilloso dar a los demás pero también es importante saber pedir de manera eficaz. Pedir con indirectas, violencia o exigencia rara vez nos trae lo que necesitamos o deseamos. 

Para concluir, para no frustrarnos debemos aprender a pedir aquello que realmente necesitamos (a veces creemos que lo necesitamos pero no es así). Y sobre todo, pedírselo a la persona adecuada. Es decir, a aquella que está en condiciones de satisfacer nuestro pedido. Dar y pedir… solo cuando ambas acciones están equilibradas podemos sentir verdadera plenitud.



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