No es lo mismo fantasía que imaginación. La primera no incluye la realidad y se enfoca en cosas imposibles; mientras que la segunda sí percibe la realidad, sea esta buena o mala, pero se enfoca en acciones que son posibles. En épocas de grandes crisis, como la que estamos transitando, la imaginación es una herramienta muy útil, pues da lugar a la creatividad a la hora de enfrentar dificultades.
La forma característica de pensar de una persona es a través de imágenes. Todo lo que existe empezó con una imagen en la mente de alguien. Nadie puede negar que la imaginación posee un gran poder sobre cada uno de nosotros. Esto es así porque esta nos habilita para ver aquello que quisiéramos lograr. A esta acción se la conoce como “visualización”.
Ahora lo importante, en especial en tiempos de adversidad a nivel individual o colectivo, es usar la imaginación a nuestro favor. ¿Cómo? Escogiendo ver el mejor escenario futuro. Ante un peligro real, el miedo es una emoción normal y tiene su fundamento (un correlato en la realidad). Este surge con el fin de advertirnos de una amenaza de la que debemos protegernos. Pero cuando este miedo se vuelve irracional y nos dispara fantasías, necesitamos depositarlo en distintos lugares y de a poco va contaminando nuestra forma de ser. A veces, incluso llega a modificarla.
De ahí la importancia de aprender a “administrar el temor” que todos sentimos en algún momento. El miedo no se supera, se administra. Podemos graficar el miedo con la siguiente situación: yo estoy ante un monstruo que tira de una soga de un lado, mientras que yo tiro del otro; y en el medio de los dos hay un pozo en el que puedo caerme en cualquier momento. Esto representa la gran “lucha mental” que experimentamos todos, a veces, cuando tememos.
¿Qué deberíamos hacer frente al monstruo del miedo? Es fácil: soltar la soga. Es decir, dejar de luchar. De ese modo, este deja de dominarnos sin que podamos hacer nada al respecto y somos capaces de mirarlo a los ojos sin huir. No dejamos de sentir miedo pero podemos actuar, sin paralizarnos, a pesar de tener esta emoción. La evitación es la reacción normal frente al temor. Pero no nos damos cuenta de que precisamente, cuando intentamos evitar aquello que nos asusta, le cedemos autoridad. Hablar de aquello a lo que le tenemos miedo, ponerlo en palabras, hace que eso ya no sea una amenaza. Una técnica útil para utilizar frente al temor consiste en tomarse unos minutos cada día para pensar en “mi miedo más grande”: mi peor fantasía negativa. En medio de una crisis como la actual podría ser no tener dinero para comer o pagar el alquiler, o endeudarse desmedidamente.
Dicha técnica nos ayuda a exagerar el miedo que tengo al máximo para que lentamente se vaya esfumando de mi mente. Pensar en lo peor que me puede ocurrir me permite, mediante la imaginación, elaborar alternativas creativas. Esto no es otra cosa que mirar al miedo a la cara, enfrentarlo y aceptarlo, para luego ser capaz de pasar a la acción.