Cómo administrar la ansiedad

Columnas y Opinión 31/12/2020 Por Bernardo Stamateas
Bernardo Stamateas - Exclusivo para Periódico Móvil.
Bernardo Stamateas

Si hay algo que ha igualado a toda la humanidad, en especial en épocas como la que atravesamos, es el miedo. Esta es una emoción normal y universal que surge cuando sentimos que nos enfrentamos a un peligro, que puede ser real o imaginario. Ahora, si es lo único que sentimos todo el tiempo, este puede transformarse en algo tóxico y derivar en un ataque de pánico o una fobia.

Hoy más que nunca escuchamos hablar de los trastornos de ansiedad que tienen como base el miedo. ¿Por qué tanta gente los sufre? Los psiquiatras ofrecen como posibles factores de este tipo de trastorno la siguiente ecuación:

Vulnerabilidad + estrés= ansiedad

Cuando uno se siente vulnerable por situaciones externas que no es capaz de manejar, aun sin darse cuenta, va acumulando estrés. Esto puede suceder tanto a nivel personal como a nivel de la sociedad. Alguien vulnerable, que carece de seguridad interna y vive intentando controlar el afuera, se estresa con facilidad y es más propenso a desarrollar un gran cúmulo de ansiedad. 

Si bien todos los seres humanos experimentamos algún nivel de ansiedad, esto no debería ser motivo de preocupación; siempre y cuando, seamos capaces de gestionarla. Cuando la ansiedad que siento es persistente y excesiva, si no la trato, corro el riesgo de que derive en una fobia (un temor mental intensificado). 

Sin duda, cualquier trastorno psicológico tiene la capacidad de alterar nuestro comportamiento y, sobre todo, nuestra rutina. Pero, mientras un miedo común es normal y puede ser reconocido y superado; una fobia se trata de una emoción de ansiedad muy intensa (exagerada) que la persona no puede controlar y la lleva a mostrar estos tres rasgos principales: 

  • Autoexigencia
  • Responsabilidad extrema
  • Hiperactividad. 

Alguien fóbico tratará, por todos los medios, de evitar a personas o situaciones que le provocan ansiedad. Algunas de las fobias más típicas son: animales, enfermedades, lugares cerrados, aviones, oscuridad, etc. En el fondo, es una señal que nos viene a decir que hay emociones negativas no resueltas. Con frecuencia, desde la infancia. 

¿Por qué aparece una fobia? Casi siempre por padres que, sin darse cuenta y debido a sus propios miedos, sobreprotegieron. Como resultado, ese hijo o esa hija recibió el siguiente mensaje: “El mundo es peligroso. ¡Tené mucho cuidado!”. Esta creencia conducirá a la persona, ya adulta, a evitar o negar sus emociones (por miedo a ser superada por ellas). 

Un ejemplo de una fobia es alguien que no soporta los espacios cerrados y buscará la manera de que sus actividades se realicen al aire libre; si eso no es posible, al menos, en lugares amplios donde no se sienta amenazado. El fóbico sufre porque es consciente de lo que le ocurre, pero no consigue accionar para resolverlo. Al menos por su cuenta. En estos casos es fundamental procurarse ayuda profesional. 

En este tiempo especial de balance, y después de un año tan particular, quiero dejar como mensaje que, por dura que parezca una condición, siempre es posible alcanzar la libertad. 

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