"Un bolsón de mentiras"

Practiqué estos renglones una decena de veces. Es como una necesidad de darle forma y contar en este texto lo que tengo atravesado en la garganta luego de vivir, escuchar y ver en las últimas elecciones tanta hipocresía proveniente de la clase política.

Columnas y Opinión22/10/2015Mariela AldereteMariela Alderete

                                                                                         

                                                                   

Intento una y otra vez, aprieto supr, vuelvo a escribir. Me acuerdo de la escena del juez de "El secreto de sus ojos" (mi favorita) y repaso... “con esta máquina de mierda que me metieron!!!", me rio, vuelvo a la realidad y al teclado de la notebook que tengo por compañera pero no me inspira.


Tengo una ensalada de ideas pero sé que quiero escribir de aquellos políticos que usan una y otra vez en sus discursos los conceptos de honor y solidaridad pero no están ni cerca de hacerle "honor" a sus significados.


Quiero que este texto sea ameno pero sé que en el momento en que empiece a hablar de falta de liderazgo en este tiempo de elecciones en mi pueblo, quizás me van a abandonar pensando: más de lo mismo.


No se vayan. Prometo ser directo, sintético, sin vueltas y más bien simple.


Podría ser más de lo mismo, pero al menos quiero despuntar el oficio y no callar, aunque a estos párrafos los terminen leyendo sólo amigos o aquellos que me tienen algún cariño. Ahí está la clave, ténganme un poquito de paciencia y cariño, así me acompañan hasta el final de esta columna que pretende cambiar el mundo. "Boouenooo". Una parte pequeña pero parte del mundo al fin.


Calculo que ser político en este tiempo no es fácil, pero si deduzco que a muchos les interesa, les parece un negocio redondo, las pruebas están a la vista: sólo en Tucumán hubo más de 25.000 candidatos.


El asunto es que, a partir de lo que sucedió en las elecciones para elegir un nuevo Gobernador, me quedó bien claro que los discursos, como "los bolsillos" de la gente, cada vez están más flacos y vacíos. Pero cuando digo vacíos son vacíos de verdad. O sea: letras y aire en forma de palabras que desaparecen en  la historia apenas son emitidas. Para peor de males, están sobrecargados de frases hechas y conceptos que hablan de la verdad, el honor, la dignidad, la solidaridad y todo sinónimo de bondad y esperanza que al secretario de prensa o asesor del político en cuestión entienda que pueda conmover y hacer pensar a la masa. Falsos. Ojalá Dios y la Patria algún día se los demanden, como dicen en sus juramentos.


Sólo por dar un triste ejemplo: negaron la entrega de bolsones pero alquilaron miles de depósitos para llenarlos de mercadería y dársela en raciones a la gente a cambio de un voto.


En sus discursos dicen "entregar bolsones es insultar la inteligencia de

los ciudadanos", la insultan, y más aún, pisotean la dignidad de las personas, disfrazados de solidarios. Perfectos mentirosos. Generan miseria, por si no se dieron cuenta.


Hablan de los pobres, a los cuales necesitan para llenar sus porcentajes electorales pero los tratan de "vagos" apenas reciben algún reclamo. Y en esto no creo que se salve ningún bando político, lamentablemente. Ojalá me equivoque, ojalá.

 

Cómo extraño a Luther King o esos líderes que mantenían casi hipnotizados a sus seguidores y llegaban a lo más profundo de sus humanidades, tocando sueños e ilusiones, ponían al límite la esperanza y los corazones latían a mil escuchándolos.


Aunque sus recursos eran escasos y aveces hasta nulos, estos maestros alimentaban el motor de la vida: la esperanza.


Las palabras amor, dignidad, honor y solidaridad ahí en esos históricos discursos eran reales.


Y voy a caer en la obviedad: Mandela, la madre Teresa de Calcuta, Jesús, Mahatma Gandhi, Mujica, Luther king, Abraham Lincoln, El Che Guevara, San Martín, Belgrano, Billy Grahan y tantos, pero tantos líderes de los cuales aprender. No estaría nada mal que nuestra clase política, la que nos gobierna o intenta hacerlo, incluya entre sus habituales lecturas bibliográficas (si es que la tienen) algunos de estos maestros de la vida. Gente íntegra, de una sola pieza, que vivía lo que predicaba. Con sus discursos cambiaban vidas.


Igual, como argentino, tengo la esperanza que en algún lugar de mi país haya un buen político que esté haciendo honor al verdadero significado de la política. Está escondido, eso sí, aún no lo veo, pero quizás lo encuentre. Quizás nos sorprenda en este tiempo y no tengamos que escuchar, como ahora "un bolsón de mentiras".
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