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La eternidad de los juicios previsionales
"El jubilado es un anciano y cinco años son el límite de su muerte. Hoy son diez , pues la Anses no paga las sentencias". Por Carlos Romero
Columnas y Opinión15/12/2015![Mariela Alderete](/download/auth_user.foto.baeda79e9f0a24dd.64652070657266696c2e6a7067.jpg)
![Foto: Miguel Armoa](/download/multimedia.normal.bc9da38a47e91e49.6e6f726d616c2e6a7067.jpg)
Todo el mundo sabe la fecha de iniciación de un trámite judicial, pero también sabe que la de su finalización es incierta. Es más: algunos creen, cuando lo inician, que alguna vez la Justicia buscada llegará, pero no saben cuándo ni cómo. Para colmo, los acusados gozan, a la par de los derechos de defensa, de los de la chicana, del acomodo de los hechos y especialmente de las mieles del poder.
Algunos, que no creen o sospechan de la justicia terrenal, se aferran a la justicia divina, seguros que llegará antes de la muerte (lo que ha originado reproches de inequidad, debido a que muchos delincuentes gozan de larga y próspera vida). Los intelectuales suelen confiar en el “juicio de la historia”, pero ha perdido vigencia desde que la historia fuera enjuiciada por los revisionistas.
Estas características de los juicios en casi todo el mundo, ha derivado en la creencia de que la demora judicial –deberíamos decir la mora judicial- tenga ese sabor amargo de haber convertido a la justicia humana en injusticia.
Aunque sea dudoso que ese protoelixir amargo fuera concebido como elixir de la muerte, está fieramente sospechado en un caso que, por desgracia, se crea y procrea aquí, en nuestro país y en nuestros estrados judiciales.
Se trata de los famosos juicios previsionales que, en su mayoría, son reclamos de la mala aplicación de las leyes de jubilaciones y pensiones por parte del Estado. Sus víctimas son personas que ya transitan la última etapa de su vida.
Aunque todavía no hay certeza sobre el número de casos y la etapa en que se encuentran, se decía al comienzo del mandato de Néstor Kirchner que había más de 100.000 juicios parados en la Corte Suprema de Justicia de la Nación y que, a pesar de su casi inacción, había despachado ya una cantidad similar, que deambulaban impagos entre la Tesorería de la Nación y un nuevo ciclo tribunalicio de ejecución de la sentencia.
El promedio de demora de inicio hasta el pago de un juicio previsional, era de diez años, repartidos en cinco para lograr la sentencia y cinco más para ejecutarla. Todavía, en atención a leyes regulatorias que preservaban los tesoros fiscales, los pagos se hacían selectivamente y en no pocos casos, con la corrupción que les corresponde.
De astronautas y jubilados
Por la época en que asumió el líder K, circulaba -a propósito de este problema- un relato que nos dejó algunas reflexiones. Decía que en el año 2050, el hombre estaría ya en condiciones de inspeccionar, en vivo y en directo, el universo que nos rodeaba. Por eso, para esa fecha, un tal presidente de la dinastía Bush lanzaría una nave espacial para que los astronautas regresen a la tierra respondiendo algunas preguntas que el hombre se ha hecho siempre sin tener respuestas.
Lanzada, pues, la nave y ya de regreso a la Tierra, el famoso presidente escuchó el siguiente informe: “traemos dos noticias, una buena y una mala. La buena es que Dios existe. La mala es que nos ha dicho que la humanidad se perderá por los alrededores de 2070”.
Notificado el presidente Kirchner (nieto) de tales novedades, llamó al interventor de la Anses –una de las eternidades argentinas, pues la Anses no debería ser una intervención- y solemnemente le dijo a Massa (nieto): “doctor, anuncie que para el 2070 tendremos solucionado el problema de los juicios previsionales”.
Como toda broma, tiene un submundo de pensamientos no tan risueños. ¿Los juicios previsionales se terminarán cuando el apocalipsis? ¿Veinte años no son nada para resolverlos? ¿No será otra deuda externa, como lo es la tan mentada de la actualidad, o la tan ignorada como la de los haberes confiscados a los jubilados debido a la expropiación de su 82% móvil? ¿La solución para los viejos es el exterminio?
Un trasfondo real
Está claro que si bien las humoradas suelen distendernos, esta última pregunta, la del exterminio, no es tan desconocida como las exploraciones del inconsciente humano. Recordemos que ya durante la segunda mitad del siglo XIX, la Segunda Revolución Industrial produjo una expansión de población y mercados que atentaba contra la rentabilidad del capital concentrado.
Ello llevó a muchos monopolios a buscar formas solapadas (químicas, conductuales, deterioros físicos y mentales) de disminuir los mercados. La idea era exterminar a los que no servían a los fines productivos. 60 años después, el nazismo se basó en esos estudios para intentar el exterminio racial de los judíos (Solución Final) y demás infelices extraños a la raza alemana.
En nuestro país, ilustres patriotas de la generación del 80, por los años 60 del siglo XIX, provocaron y consiguieron el exterminio de la “raza paraguaya”, durante la guerra de la Triple Alianza, basados en la antinomia civilización y barbarie, que no sólo era Sarmientina.
En todos estos casos, sin olvidar el exterminio de los indígenas por los inmigrantes puritanos en Estados Unidos, los españoles en el resto de América y los acólitos del liberalismo-conservador de Roca en la Argentina con los indios patagónicos; la idea central es la eliminación física total del ser improductivo, disminuido, o simplemente con genes no propicios para la subsistencia de un sistema basado en la acumulación de la riqueza y las supuestas virtudes no ganadas en la tierra.
La humanidad no tiene forma de sostenerlos, los bienes y los recursos son para los fuertes y poderosos, no para los que tienen el alma, la mente o el físico deteriorado. Hoy, se sabe que este improperio moral tiene además un entramado irracional, basado en la codicia humana.
Alguna vez, un conocido escritor se refirió a la exterminación de los viejos y hasta se filmó una película con ese argumento. Es claro, ya no existen los Guapos del 900, sino las barras bravas y los matones cobardes de las bandas sicarias.
Como un robo cualquiera
Es posible que haya una exageración en la interpretación de estos apasionados hechos de la historia, pero también es posible que esta exageración sea provocada por lo parecido con el guante blanco con que vino adornada la Ley 24.463 en nuestro país, en la década neoliberal de los 90 (hay que preservar los sistemas solidarios, en beneficio de todos).
Esa ley mandó a que todos los jubilados quejosos fueran ante la Justicia ordinaria -como cualquier ciudadano que demanda a otro por robo de su auto o de su bicicleta-, en un proceso judicial normal. Reemplazó un viejo sistema de procedimiento administrativo y judicial un poco más informal, pero que duraba como máximo 3 años.
Poco importó que las demandas de los jubilados ante los tribunales fueran contra la apropiación o confiscación del sustento alimentario que significaba la disminución de sus haberes jubilatorios. Los mandaba a un juicio ordinario de no menos de cinco años, donde quedaron a merced de la pericia de sus abogados, o de la sabiduría de los jueces. El alimento era una cosa como la bicicleta o la joya de una diva. El hambre no importaba.
Esa misma ley contenían el insólito final de que si la Anses invocaba carencia de recursos, el derecho a reclamar justicia desaparecía para la víctima. Aunque no queramos, debemos decirlo: el aniquilamiento de los ancianos jubilados campeaba como vagabundo con destino por las inmediaciones de esa ley. El jubilado es un anciano y cinco años son el límite de su muerte.
Hoy son diez años, pues la Anses no paga las sentencias y obliga al anciano a iniciar un juicio de ejecución de la sentencia lograda que dura otros cinco años, al cabo de los cuales sólo podrán celebrarlos los que lo sobreviven.
Demás está decir que si esa ley no ha sido derogado por un gobierno que se decía nacional y popular, es poco probable que sea derogada ni aplicada por la derecha liberal que -bastón presidencial y traslado desde el Congreso hasta la Casa Rosada por la larga Avenida de Mayo de Buenos Aires mediante- habrá de gobernar el país en los próximos años.
Por Carlos Romero
Para Periódico Móvil
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