Sin luz ni comida: el pueblo inundado del que nadie puede escapar
Sud de Lazarte permaneció todo el año aislado por dos kilómetros de agua. Pero la crecida de ayer sobrepasó las puertas del pueblo y entró a las casas. Las comunicaciones están cortadas y el Estado todavía no llegó.
Tucumán06/01/2016Mariela Alderete"Perdí contacto con mi hermano a las 9 de la mañana. Me dijo que el agua le llegaba a la cintura y que iba a buscar un lugar más alto. No sé nada más desde entonces”. El relato es de Paola, vecina de Sud de Lazarte, a quien la última tormenta sorprendió en San Miguel de Tucumán pero con su familia en un pueblo que, a estas alturas, puede ya considerarse perdido. “Los llamo porque solamente los periodistas nos escuchan, el Gobierno no llegó nunca”, agregó.
En efecto, a Sud de Lazarte solamente llegaron durante el año pasado voluntarios para llevar comida, un médico que abandonaba a su familia para ir a curar a los enfermos y un puñado de periodistas. La tremenda inundación de febrero de 2015 los dejó aislados del resto del mundo, separados de la población más cercana por un espejo de dos kilómetros de agua que nunca bajó. La escuela cerró definitivamente, los animales se murieron y los vecinos se organizaron para cruzar a caballo (con el agua hasta el lomo) para ir a comprar alimentos durante todo el año. Pero ayer, todo cambió.
La intensa lluvia que se desató desde el mediodía en la provincia provocó otra crecida. El agua, que durante todo el año llegaba hasta la entrada de la pequeña población, avanzó sobre las casas y las dejó semi sumergidas. Ya no hay luz en el lugar, agua potable nunca hubo y el riesgo es morir de hambre si no se rescata pronto a la población.
Sud de Lazarte queda en el sur de la provincia, a unos 80 kilómetros de la capital. Para llegar, uno debe abandonar la ruta 157 e internarse en el monte por un camino de tierra. Primero se llega a Niogasta, un caserío rural que también suele sufrir los desbordes del Río Chico. Más allá, comienza el espejo de agua que separa a Sud de Lazarte del resto del mundo desde hace un año. Hasta la semana pasada, bastaba un caballo para cruzarlo. Ahora es imposible.
“Los lunes hay feria”, cuenta Gabriela, que vive en Niogasta, el pueblo vecino y veía llegar a los habitantes de Sud de Lazarte ese día a comprar víveres para toda la semana. “Me llamó la atención que antes de ayer no apareció nadie. Se me ocurrió pensar que había habido crecida y que estaban en problemas”. Un día después, la joven comprobó en carne propia lo que estaba pasando. “El agua llegó hasta acá” dice, en referencia a su propia casa.
Gabriela y Paula insisten en que es peligroso y prácticamente imposible llegar a Sud de Lazarte. “Esto no es agua tranquila, acá se arman correntadas. Si uno mete el caballo, hay pozos que se formaron que se convierten en una trampa. No se puede cruzar, no sabemos cómo están allá, no hay señal de celular”, dice Paola.
Dos ancianos
Unas 18 familias viven en Sud de Lazarte. Sin embargo, lo que más preocupa a los habitantes que quedaron de este lado de la crecida es la situación de dos ancianos con discapacidad. A principios del año pasado, un médico de Concepción recolectaba medicamentos y los visitaba seguido. Ahora, es imposible conocer su estado.
El Estado
Ningún representante del Gobierno se llegó por el lugar todavía. No sólo lo dicen los vecinos, también lo reconoce el comisionado comunal, David Elías. El funcionario aseguró que está atendiendo otras situaciones de emergencia en la región y que todavía no consiguió que el Estado Provincial le pusiera a disposición el helicóptero, una lancha u otro medio para llegar al lugar.
Elías resultó electo el 23 de agosto, en las elecciones provinciales. Los vecinos recuerdan muy bien el hecho, porque para esos comicios contaron con un servicio de lanchas que los llevó a votar y los volvió a dejar en sus casas. Para las PASO del 9 de agosto también habían contado con tal lujo.
Durante los más de 12 meses que llevan aislados, también recuerdan que el Gobierno provincial anduvo una vez por el lugar. “Fue en otoño. Vimos pasar el helicóptero de la provincia y creímos que llevaba a algún funcionario. Nos quedamos esperando en esos días que vuelvan, porque pensamos que se habían enterado que existíamos, que estábamos rodeados de agua y que necesitábamos ayuda”, cuenta Paola. Pero nada ocurrió.
Mudarse
Pese a que las familias de Sud de Lazarte viven desde hace muchos años allí, este año tomaron conciencia de que el lugar ya no era apto para vivir. Pero nunca pudieron mudarse. “Hacen falta varias lanchas para que nos llevemos las chapas, los colchones, los muebles y los animales. Y la que teníamos a principios de año y que la teníamos que empujar a pie, con el agua hasta el pecho, se rompió”, recuerda Paola. Sin embargo, el problema no termina ahí.
“Si logramos hacer las mudanzas ¿a dónde nos vamos? ¿Dónde levantamos las casillas? Donde nos pongamos, nos van a correr”, analiza la vecina. Por eso, el año fue pasando y los vecinos se quedaron allí.
El martes, el agua creció y el agua les arruinó lo poco que quedaba en las casas. El comisionado comunal asegura que está tratando de conseguir cómo llegar al lugar, aunque no se comprometió a hacerlo en las próximas horas.
Mientras tanto, en Sud de Lazarte, esperan que la noche pase rápido y el sol de mañana calme un poco la situación. Saben que con el agua llegan víboras y otros peligros, que la comida se está acabando y que necesitan evacuar. Pero sin el Estado presente, sólo resta subirse a un árbol, a un techo y esperar.