En barrio 2 de Abril, los muebles salen flotando de las casas con cada tormenta
Los vecinos dicen que el agua les llega hasta el pecho cada vez que llueve. Hoy, cortaron la calle y asegura que lo seguirán haciendo hasta que el Gobierno los escuche. Video
Tucumán10/01/2016Mariela AldereteUn pesado sillón rojo, afelpado y macizo, descansa en la vereda de una de las casas de barrio 2 de Abril. La imagen llama la atención y, si no se tratara de una de las zonas más inundables de la capital tucumana, no tendría explicación lógica.
"Ese es mío", dice un muchacho de unos 20 años desde la avenida Jujuy al 4.500, donde ayuda en un corte de ruta. "Se salió con la última tormenta. El otro andá a saber donde ha ido a parar, creo que se fue cerca del canal. No sé cómo hacen para flotar si son pesados", agrega, un poco entre risas.
Una mamá joven que lo escucha no se ríe. Lo mira con seriedad. "Cómo no va a flotar si ese día el agua a mí me llegó al cuello. Yo tengo cuatro hijos y no sé cómo hice para salvarlos a todos. Mire: el más chiquito tiene meses", dice, señalando a un bebé que duerme en sus brazos.
La situación de los habitantes de barrio 2 de Abril II es grave, no sólo por lo que les pasó, sino por lo que les volverá a pasar. El deficiente sistema de desagüe, la cercanía del canal y los terrenos bajos convierten a la zona en hondo piletón durante las lluvias. Dicen que basta media hora de tormenta, para que el agua entre a las casas. En una hora, aseguran, el nivel ya les llega a la cintura.
Algunos quieren ser reubicados, porque dicen que no tienen dinero suficiente para comprar otra casa y abandonar un barrio que, a estas alturas, parece maldito por las lluvias. Otros, reclaman la limpieza del canal y obras de desagüe. Muchos reclaman el mismo tratamiento que tuvieron vecinos de otros barrios cercanos que sí aparecieron en los medios de comunicación (como Nueva Esperanza o 360 Viviendas) y que recibieron un colchón y una caja de Navidad tras la tormenta del 23 de diciembre. Los más modestos, apenas piden lavandina y elementos de limpieza. Pero todos coinciden en un reclamo: que alguna autoridad del Gobierno se llegue por el lugar.
Quieren ser vistos, buscan que se sepa lo que les pasa. En los últimos 20 días padecieron cuatro inundaciones y, aseguran, ninguna autoridad se acercó a ver qué necesitaban.
Por eso, el sábado cortaron la calle. No fue la primera protesta y, prometen, no será la última. A los automovilistas les piden disculpas (se trata de uno de los principales ingresos a San Miguel de Tucumán) pero les explican que ya no saben qué hacer. Las casas que los rodean muestran las huellas del agua, como una suerte de testimonio de lo que pasó y de lo que puede volver a pasar. Una tiene las marcas por encima del marco de las ventanas: la inundación llegó casi hasta el techo.
"Queremos que nos escuchen", repiten. No importa quién hable, la frase siempre es la misma. Dejar de ser invisibles parece ser el deseo común de un barrio en el que, cada vez que hay tormenta, los muebles salen flotando de las casas, como las personas.