El tiempo los olvidó: justicia por los gendarmes

Dos tucumanos forman parte del recuerdo tras el accidente en el que 43 efectivos, según la cifra oficial, fallecieron. Sus familias no bajan los brazos y hablan sobre estos cuatro meses de dura lucha.

Columnas y Opinión 23/04/2016 Mariela Alderete Mariela Alderete
Graciela, Verónica y Marcela son familiares de los tucumanos fallecidos en el traslado a Jujuy. / Foto: Facundo Fadda.
Graciela, Verónica y Marcela son familiares de los tucumanos fallecidos en el traslado a Jujuy. / Foto: Facundo Fadda.
La madrugada del 14 de diciembre de 2015, un grupo de gendarmes salía desde Santiago del Estero con destino a Jujuy. Los trabajadores de la seguridad, la gran mayoría menores de 35 años, eran movilizados por pedido del Gobierno nacional hacia la provincia gobernada por Gerardo Morales. El traslado, que se dio durante los primeros días de la gestión macrista, se lo consideró necesario por una supuesta gran manifestación que realizaría la dirigente social Milagro Sala.

El colectivo nunca llegó a destino, ya que en la localidad de Rosario de la Frontera (Salta) un extraño accidente que involucró el reventón de un neumático hizo que el vehículo cayera de un puente de casi 25 metros.

Enzo Iván Costilla y Claudio Patricio Gómez eran tucumanos y prestaban servicios en la fuerza. Los gendarmes no llegaron a comunicarles a sus familias sobre el viaje que iban a hacer, ya que salieron por la noche y sin tiempo de realizar alguna llamada.

Marcela Costilla, hermana de Enzo; Graciela Valdez y Verónica Gómez, madre y hermana de Patricio, junto a sus demás familiares cargan con el dolor de la muerte de los jóvenes gendarmes y la incertidumbre de no tener respuestas ni responsables del accidente.

Como si enterarse por la televisión sobre el fallecimiento de sus familiares fuera poco, lo que estas familias vivieron después transformó el trágico hecho en un calvario.

“Hasta la fecha no hay una lista oficial, yo no sé si me entregaron a mi hermano”, dispara Marcela Costilla, quien agrega un dato extraño: “Hay cuatro personas que se subieron al ómnibus y no están en la lista”.

Por cuestiones de protocolo judicial, sólo las esposas de los gendarmes tienen acceso a la causa y el resto de sus familias se guía por trascendidos. Además, no tuvieron ninguna explicación desde Gobierno de la Nación ni desde Gendarmería. A esto hay que sumarle que las mujeres de las víctimas del accidente “guardan un silencio hermético”, según comentan Marcela y también Graciela, madre de Patricio.

La muerte de los jóvenes no fue el único dolor que arrastraron estas mujeres. A ambos gendarmes debieron trasladarlos por cuenta propia desde Santiago del Estero (lugar en el que se los veló) hasta sus ciudades de origen.

Por el lado de Costilla fue un amigo de la familia quien se ocupó de conseguir que el cuerpo llegue a Simoca para ser despedido por sus más cercanos. Los Gómez no tuvieron esa suerte: tras cuatro horas de espera fuera del hospital de la capital santiagueña, supieron que el cuerpo de Patricio estaba en un nosocomio de La Banda. No terminó ahí. La víctima fatal fue cargada en una camioneta sin ningún tipo de preparación junto a otros tres cuerpos y allí lo trasladaron hasta la localidad de El Melón.

Marcela agrega: “No lo querían llevar a velar. Nos dijeron que el cajón era de muy mala calidad y no podían pasar más tiempo sin ser enterrados”. Este caso se repitió en los Gómez, quienes tuvieron que pasar otro difícil momento cuando decidieron, tres días después del accidente, cambiarle el cajón a Patricio. “El cajón era chico y el cuerpo estaba con vidrios y lleno de tierra, con el cinturón y las esposas”, cuenta Verónica.  “Los trataron como objetos”, agrega.

Como toda muerte, las secuelas en las familias pueden derivar en cualquier situación y ese es el caso del padre de Patricio. Graciela, su esposa, cuenta: “Mi marido está mal, no se encuentra bien. Todo le molesta y se pone nervioso. Ve la foto de él y le habla y yo le digo ‘no tenés que hacer eso’. Él no sabe qué hacer, la vida le está doliendo”, cierra con lágrimas en los ojos.

El pedido de las familias es conciso: quieren saber qué pasó. Si se trata de un accidente o la versión de un atentado es posible. Buscan a los responsables de haber mandado a los jóvenes en medio de la noche para una manifestación que no fue y en vehículos en pésimo estado. Quieren comunicarse con algún funcionario y resaltan que no tienen intención de politizar la causa: “Ya sea responsabilidad del Gobierno anterior o de éste, queremos saber la verdad. No olvidemos a nuestros familiares que han muerto dando la vida en servicio y que esto no vuelva suceder”, finalizaron.

Facundo Fernández

Fuente: Vo-Ve.com
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