Libres de ansiedad

Vivimos en una cultura que nos enseña que la preocupación constante es sinónimo de responsabilidad. Y algunos creen que vivir preocupados por su salud es una forma de prevenir algo más grave.

Columnas y Opinión18/07/2016Mariela AldereteMariela Alderete

Todos los seres humanos somos ansiosos. La ansiedad es una emoción normal que nos empuja a la acción. Por ejemplo, si estamos en el aeropuerto tomando café, miramos la hora y nos damos cuenta de que es tarde, la ansiedad hará que salgamos corriendo para abordar el avión. Así como necesitamos la presión sanguínea para vivir, la ansiedad también es necesaria.

La preocupación, en cambio, consiste en un problema a resolver. Frente a esta, la ansiedad normal actúa como una fuerza que nos ayuda a encontrar una solución. Si no tenés trabajo y, a pesar de haber puesto todo tu empeño, la ansiedad no te ayuda a solucionar esa preocupación, esta se convertirá en una ansiedad patológica. Es decir, que uno entra en una fase de angustia o estrés, lo que los psiquiatras llaman “trastorno de ansiedad generalizada”, el cual se afianza con el correr del tiempo.

Cuando no es posible resolver una dificultad, la ansiedad se agudiza, el corazón empieza a latir fuerte y la angustia se transforma en algún síntoma físico. Muchas personas carecen de herramientas para superar la ansiedad, en consecuencia, terminan padeciendo serios trastornos de ansiedad como obsesiones, ataques de pánico, fobias, etc.

Vivimos en una cultura que nos enseña que la preocupación constante es sinónimo de responsabilidad. Si alguien dice: “Estoy preocupado por mi trabajo”, los demás pensarán: “¡Qué responsable!”. Por otra parte, hay gente que se preocupa demasiado porque cree que eso es una señal de amor. Y algunos creen que vivir preocupados por su salud es una forma de prevenir algo más grave.

¿Qué hacer frente a los problemas para no caer en una ansiedad patológica?

Priorizá tus preocupaciones. Anotá específicamente todas las preocupaciones que tengas en un papel y luego dale un puntaje para determinar cuál es las más importante. El solo hecho de llevar a cabo esta tarea hará que tu ansiedad disminuya.

Pensá cómo resolver tus problemas. Analizá y pensá cómo vas a resolver los conflictos que tengas. Invertí más tiempo en pensar en las distintas soluciones que podés darle a un problema. Frente a las dificultades que surjan, activá ideas que te permitan resolverlas. Tomá, por ejemplo, dos horas por día para sentarte y anotar cinco o seis soluciones posibles. No digas: “Esto ya lo pensé y no me sirve”. Anotá todo aquello que venga a tu mente. Una persona que resuelve sus problemas es justamente aquella que intenta resolverlos con su personalidad de base, en primera instancia; pero, si no lo logra, reacciona de un modo alternativo.

Superate a vos mismo. Nunca busques tener las mejores posesiones para mostrárselas a los demás. Si lo hacés, que sea solo para demostrarte a vos mismo que podés crecer financieramente. No es necesario competir con nadie pero siempre podemos superarnos a nosotros mismos.

Es posible superar la ansiedad que nos enferma y no nos permite disfrutar de la vida al máximo. Contás en tu interior con la capacidad para hacerlo.

Por Bernardo Stamateas
Para Periódico Móvil

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