La agresión encubierta

El maltratador encubierto no suele ofrecer resistencia abiertamente. Entonces, cuando le piden hacer algo, contesta que sí pero interiormente contesta que no.

Columnas y Opinión 12/09/2016 Mariela Alderete Mariela Alderete

El maltratador encubierto es aquella persona que sonríe por fuera y se muestra amable, pero por dentro tiene mucha ira reprimida. Tal vez porque tuvo que vivir situaciones en su vida que percibió como negativas; o porque su nivel de frustración es “cero” y busca cumplir el objetivo en su mente a toda costa. Por lo general, actúa como si tuviera colocada una máscara.

El maltratador encubierto no suele ofrecer resistencia abiertamente. Entonces, cuando le piden hacer algo, contesta que sí pero interiormente contesta que no. Por ejemplo, alguien que acepta la invitación a una actividad a la que, en el fondo, no quiere concurrir dará tantas vueltas para prepararse que, cuando llegue al lugar, la actividad ya estará bien avanzada. A quien actúa de esa manera se lo conoce como “pasivo-agresivo” porque lleva adentro un enojo constante que con el tiempo puede adoptar la forma de resentimiento, indiferencia o desgano. Se trata de mecanismos inconscientes para desquitar ese sentimiento de manera indirecta.

Estas son las principales características del pasivo-agresivo que te ayudarán a identificarlo:

• Se siente débil e incapaz de funcionar de forma autónoma, por lo que depende de los demás pero, al mismo tiempo, eso lo enoja. Posee una personalidad codependiente.

• Tiene problemas con la autoridad a menudo. No se rebela ni dice que no abiertamente, ante la solicitud de alguien, pero de alguna manera demostrará su resistencia.

• Tiene dificultades para comunicarse y relacionarse con los demás en distintos ámbitos y para expresar claramente lo que desea, necesita y le gusta.

• Suele tenerle miedo a la intimidad, que evitará por todos los medios.

• No acepta una sugerencia, en especial para introducir cambios en su vida, pues lo percibe como una exigencia. Puede llegar a pedir un consejo, cuando de verdad lo necesita, pero terminará haciendo lo contrario.

• El “sí”, cuando en realidad quiere decir “no”, lo convierte en una persona obsecuente y diplomática. Nadie sospechará que una persona tan complaciente guarde tanta ira en su interior.

• Complace a los demás de manera superficial, pues teme que se enojen con él y lo rechacen.

• Tiene tendencia a evitar los conflictos, por lo que puede parecer sensible y respetuoso, aunque su personalidad agresiva permanezca oculta.

• Es muy negativo, aunque no lo exprese abiertamente o acuse a los demás de serlo. No cree que las cosas puedan llegar a cambiar algún día.

• Es incapaz de reconocer sus errores y de aceptar su responsabilidad, cuando corresponde.

El objetivo del pasivo-agresivo es hacer enojar al otro. Quizás porque pretende que sienta lo que él/ella ha sentido toda su vida. Por eso, necesitamos reconocer este tipo de compartimiento para evitar caer en su trampa, lo cual no lo ayudará a salir de su círculo vicioso.

Jamás cedas a la agresión encubierta. Cuidá tu mundo emocional. Vos y solo vos tenés el control remoto de tus emociones y nadie a tu alrededor puede determinar cómo deberías sentirte.

Por Bernardo Stamateas
Para Periódico Móvil

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